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La gestión patrimonial debe ir siempre dirigida a la consecución de un objetivo en forma de rentabilidad, ya sea vía incremento de capital o vía rentas. Desde Alveus, encaminamos ese objetivo a dar servicio a la Misión, a proporcionarle los recursos necesarios para que pueda llevarse a cabo. Pero en el camino siempre aparecen obstáculos, riesgos, que en la mayor medida deben ser minimizados por el gestor.
Lo primero es conocer dichos riesgos y tratar de entenderlos para, entonces sí, ser capaces de evitarlos, permitiendo que el patrimonio cumpla su función.

Riesgos generales
En las noticias escuchamos hablar de subidas y bajadas de la bolsa que suponen el primer riesgo a tener en cuenta: el riesgo de mercado. Presente en renta variable y renta fija, hace que nuestro patrimonio sufra variaciones sólo por estar expuesto. Eso sí, en el largo plazo este riesgo se minimiza al tender a subir los mercados financieros y a ser rentables. Este riesgo viene determinado por los movimientos de la divisa, el tipo de interés, valoración de los activos…
Si hablamos de un impago, nos referiremos al riesgo de crédito, muy presente en la actualidad cuando oímos hablar de la prima de riesgo. Ésta, no es otra cosa que, la prima en rentabilidad que se exige a inversiones menos seguras (aquellas con mayor probabilidad de no satisfacer sus obligaciones) frente a otras más seguras. Un ejemplo es la prima del gobierno español sobre el alemán. A mayor prima, mayor rentabilidad exigida y mayores oscilaciones de precio.
También, existe el riesgo operativo, por el que un patrimonio se ve deteriorado no por una decisión de gestión, sino por un error en la operativa: un fallo humano o tecnológico, una mala administración, un error en el control de posiciones, etc. Un seguimiento y control permitirán minimizar estos en gran medida.Y, ¿qué sucede cuando no tenemos liquidez y la necesitamos? La precipitación lleva a malvender algún activo para hacer frente a esa necesidad de liquidez, es lo que se llama el riesgo de liquidez. Una buena planificación, así como una selección apropiada de activos, permite minimizar estos riesgos y evitar tomar decisiones casi siempre desacertadas.

¿Y en el 2023?
El año 2022, ha resultado ser uno de los peores en el último siglo. Esto, que por sí mismo no asegura nada para el 2023, nos permite posicionar de algún modo las carteras, con diversificación. La diversificación es la mejor forma de minimizar los principales riesgos. Los índices bursátiles han caído bastante, pero esto no asegura que dejen de caer, y menos aún que suban, aunque es una posibilidad a tener en cuenta. 

Por ello, es necesario estar en el mercado, en renta variable, a pesar del riesgo que conlleva. Eso sí, siendo selectivos, tomando sectores con sensibilidad positiva a los tipos, como el financiero, y otros que puedan ser más defensivos, como la salud. Para equilibrar este riesgo, la renta fija puede (este año sí) contribuir. Y es que, a pesar de que la inflación sigue ahí, parece poco probable que supere los máximos, o que los tipos sean llevados mucho más allá. Incluso así las rentabilidades actuales pueden compensar esa depreciación.Igualmente incorporar activos alternativos puede ayudar a diversificar y a mejorar los resultados; activos como las materias primas y los que tienen prima por iliquidez.

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