Comienza a hablarse de normalización después de unos años en los que los bancos centrales se han visto obligados a mantener bajos los tipos de interés, incluso en terreno negativo, y a promover todo tipo de estímulos para sostener la economía. Esta normalización viene provocada por la inflación que trae la recuperación: no sabemos si se trata de una inflación transitoria o si se prolongará en el tiempo, pero es un hecho que ha comenzado en Estados Unidos, motivado por ir más adelantado en el ciclo, y que empieza a suceder en otros países.
¿Por qué se dan las medidas de estímulo?
El objetivo principal de los bancos centrales es la estabilidad de los precios mediante el control de la inflación. Pero, tal como hemos observado en los momentos más difíciles de los últimos años, su papel no se ha limitado exclusivamente a este fin y su participación ha evitado crisis de créditos que podrían haber agravado la situación. Desde marzo de 2020, en un momento de gran incertidumbre en el que la crisis sanitaria paraliza al mundo entero y en el que los tipos de interés están situados en el 0%, todas las medidas dispuestas se han orientado a soportar la deuda de los países para evitar que estos quedaran en riesgo, y a asegurar la disponibilidad de crédito.
En este sentido, hemos sido testigos de cómo el BCE ampliaba los rangos de compra de deuda soberana para impedir fluctuaciones al alza de las primas de riesgo de algunos países. Aunque las normas impiden que la compra sea superior en peso al que posee cada país en el propio banco, en algunos casos como el de Italia y España, han sido menos estrictos, impidiendo así que los diferenciales de crédito se disparasen.También hemos visto una inyección directa de liquidez al sistema. Relajando los requisitos regulatorios de capital del sector bancario, por una parte se provee de liquidez, permitiendo que el crédito llegue a todas partes, no sólo grandes empresas sino también PYMES y autónomos y, por otra parte, se evita una parálisis del sistema.
¿Cómo afectarán a los distintos tipos de activos?

Las subidas de tipos impactan directamente en los precios de la renta fija: cualquier subida de la rentabilidad esperada llevará asociada una caída en precios.
En el caso de la renta variable y de los activos de riesgo en general, la correspondencia no es tan directa. Sin embargo, de forma sencilla, se puede prever cuál será la reacción: a día de hoy, con los tipos en 0, casi cualquier alternativa a la renta fija es válida puesto que esta no ofrece apenas rentabilidad y sí riesgo. Sin embargo, a medida que los tipos suben, su atractivo frente a la renta variable y otras familias de riesgo aumenta, forzando a un cambio en la estructura de las carteras.